21, 33 Poesía de Elvis Rafael
“Mi alma, calla, Él cuidará,
el Padre atento escuchará,
y en su consuelo hallarás miel.”
-Hans Sachs
El amor escribe con tinta de hormiga
un evangelio sin principio ni fin
sobre la piel de los que aún sueñan.
Pues bien: la muerte silente
es eco de voces
prudencia desolada al cantar
una casita ilegal
una hacienda sin aceras
una finca de plataneras
donde los niños nadan, nadan, nadan
en los chorros de Adjuntas
mientras la historia se escurre
como barro tal vez
como San Felipe desmoronado
en su Distrito Histórico.
Mi cuerpo sanguíneo alterado por frecuencias:
cáncer, pandemia, post trauma, adultez angst.
Clepsidra que sangra segundos
en la pantalla de redes y nubes
cuencas de aguas turbias
morada divina de humo y esfera.
Sor Isolins Ferré vigila mis estudios
la poesía crítica
la autobiografía que tiembla
ante el Papa
ante Colón y sus barcos
sus islas y su Departamento de guerra.
El hambre recuerda.
El Caribe guarda cicatrices de azúcar y frontera
el cuerpo es mapa de resistencia
el estómago una iglesia
donde la tentación es transubstanciación:
pan convertido en fuego
vino convertido en sombra.
Entonces, ¿qué hago con este grito?
Un cyborg de Borges me dicta hologramas
de presidentes y seis que retornan
a la cueva de origen.
Incendio, madre, vidrio, frontera abrazo:
palabras que laten como vampiros en El Coquí,
palabras que mastican justicia y temor.
La carne reza con tentáculos rojos
las sombras amamantan al pueblo
la clepsidra se derrama en barro esculpido.
El tiempo es un aullido
el artista, un sujeto narrativo
el ambiente, un defensor con espada
el pueblo, fraternidad que resiste.
Fiat Justitia, Ruat Coelum:
que caigan los cielos, pero arda la justicia.
La oración se invierte
la súplica se vuelve rebelión.
Y al final
en el altar de barro y sangre
el fuego y el agua
se abrazan.
-ER
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