Vere Papa mortuus est 04/21/2025
"y de nuevo, le volvieron las espaldas y de nuevo se enamora de la muerte, el espectáculo de su saliva, desmaya a todo el mundo, le huele el aliento, a interminable cementerio, se le han derretido los ojos en las cuencas, le han desaparecido las piernas."
-Pedro Pietri
En la Casa Santa Marta
allí
en esa casa sin oro ni mármol,
donde la sal no la hace las monedas,
sino los pasos lentos de quien limpia los pecados
con las manos abiertas y los pies polvorientos,
vive
vivía
un hombre de sotana blanca,
que no buscó trono,
sino mesada.
La Casa Santa Marta:
no es palacio,
es refugio. Una Latinoamérica que nos arde.
Una Palestina que grita. Una Isla que no conoce su historia.
No es cima,
es subsuelo,
donde la ternura se sienta al borde de la cama
de un migrante sin papeles
y el Evangelio se sirve caliente
con arroz y silencio.
Allí
se escucharon oraciones
que no están en ningún libro,
susurros rotos de prostitutas redimidas,
de abuelos sin techo,
de niños que rezan
sin saber a quién,
pero con fe.
Allí,
el amor no era romanticismo,
era pan partido
y dignidad restaurada.
Porque el Papa…
el Papa ya no está.
Vere Papa mortuus est.
Su cuarto huele a incienso apagado,
su voz duerme entre las paredes.
Pero su espíritu…
anda en chancletas,
acompaña a quien limpia baños en Roma
y abraza al enfermo sin nombre.
Él, obrero,
no quiso morir entre vitrales,
sino entre los que duelen.
Dejó en cada esquina
una parábola sin escribir,
porque su vida misma
era verso.
Y ahora,
los poetas marginados lloran.
Los sin tierra rezan.
Los sin amor recuerdan.
Pero esta casa…
La Casa Santa Marta…
no quedó vacía.
Porque todo aquel que ame sin condición,
todo aquel que sirva sin foto,
todo aquel que sufra con dignidad,
vive allí.
Esa casa,
esta casa es pueblo.
Y el pueblo…
sigue respirando amor
aunque lo entierren con sotana.
-ER
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