Aullido cósmico
Para Daniel Márquez
Así la luz es eterna fugitiva,
como los primeros seres que habitaron la creación.
Miro fijamente a mis ojos,
el retrovisor perpetúa los luceros artificiales
en la noche eterna.
Y cuando parte de mi espíritu transite tu lecho,
te confesaré mi romance
y los ruidos de las tinieblas.
De esas tinieblas muy mías.
Repito versos,
estados espirituales alterados,
contexto post-pandemia.
Pinky se fue pal norte,
y un libro del 1800 duerme en la maleza infernal,
en un campo de golf baldío
donde la estopa quema sin gente libre,
donde la mácula en el pasto
se entrelazan en un abrazo de ceniza.
Hemos sido los poetas exiliados a zonas de sacrificio.
Municipio del corrillaje,
caballos, perros y gatos abandonados,
sin nombre, sin dueño,
sin un grito que les devuelva la vida.
Y la garganta que ves en ella
no es voz eterna,
es un grito ahogado
que nunca aprendió a ser estrella,
una garganta que soporta el manjar de los dioses,
pero que a veces solo sabe a polvo y desvelo.
Siempre hay algo que amanece,
pero el innombrable no puede ser atrapado.
Los universos no me cuentan su historia,
me exigen la mía,
me piden cuentas de cada paso
que di en la maleza,
en la profundidad del océano,
en el municipio de la soledad
y en el hálito seco de la nostalgia.
Pues bien, su hálito nos introduce
en la falda de la Virgen.
Océano, te he descubierto,
navego por las venas como mártir.
Conectaré mi corazón a las palabras,
seré comandante y enseñaré la poesía
que he cosechado con semillas de grandes maestres.
Universo.
Aullido cósmico.
-Elvis Rafael
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